jueves, 3 de mayo de 2012

Todo tiene un principio

Pues sí, todo tiene un principio. Y este proyecto tuvo un principio con algunos ingredientes que compartimos todos los que le formamos: la preocupación por la situación actual, la solidaridad y las ganas de ayudar a quienes puedan necesitarlo, y, si puede ser, además de forma creativa.

Así que de una conversación sobre la vida en los pueblos, y de otra conversación sobre cómo compartir trabajo y bienes con quienes están perdiendo su empleo, salió la idea de iniciar una "cooperativa de consumo" que proporcionara un sueldo a uno de nosotros en desempleo y, a la vez, verduras sanas y oportunidades de verlas crecer al resto del grupo. Y como Alberto tenía unas tierras abandonadas en Pastrana, ¿por qué no probar allí?

Visitando el terreno por primera vez
Así que, ni cortos ni perezosos, nos presentamos en Pastrana un 18 de abril de 2012 a ver la localización y el aspecto de esas tierras, junto a las que nos zampamos unos suculentos bocatas. Aprovechamos la tarde para hablar sobre la viabilidad del proyecto con un hortelano y viejo amigo de Alberto, que no se echó las manos a la cabeza, aunque a buen seguro que pensó que estábamos un poco locos. Se ofreció a ayudarnos y asesorarnos, y como enseguida contamos con el apoyo de algunos de vosotros...

Retirando los restos de cañas
Pues aprovechando que se acercaba el puente de primeros de mayo, que además en esos días se celebraban los mayos en Pastrana, y que teníamos ganas de comenzar para intentar aprovechar algo de las hortalizas de verano, allá que nos fuimos el 1 y el 2, desbrozadora en mano, a limpiar el cañaveral en que se había convertido una de las parcelas, la que más fácil nos pareció preparar, dado que, además, tenía el riego garantizado a través de una vieja acequia. Allá fuimos, desbrozamos la parcela (con la importante ayuda de algunos de los pequeños miembros de nuestra futura cooperativa) y participamos en alguno de los actos de la fiesta de los mayos.

La parcela quedó limpia, aunque con algunos charcos que parecían deberse a las lluvias de los días previos; perp como la acequia estaba bastante llena de broza y vegetación, decidimos que había que actuar también sobre ella por si tenía que ver con encharcamiento:; así, además, nos lo aconsejaron algunos vecinos del campo. Así que dejamos el encargo a uno de los tractoristas del pueblo, y nos volvimos para Madrid.
La parcela de abajo, limpia. A medio plano, la vegetación en torno a la acequia, y, al fondo, el convento de San Francisco

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