domingo, 6 de enero de 2013

A la tercera fue la vencida

Paso abierto
Pues sí, a la tercera fue la vencida. Ayer completamos el paso directo que, desde el camino, llega a las parcelas de la parte de arriba, junto al muro del convento de los franciscanos. Ya no tendrán que quejarse nuestros huertanos vecinos de que usamos y estropeamos sus pasos, aunque nos parecía que lo más normal del mundo era pasar por los pasos ya abiertos. Aquí tenéis a Álex, blandiendo la motosierra, en el momento en que acabábamos esta tarea ayer, en un día hermoso y soleado.



Las lechugas ya están grandecitas
En el rato que tuvimos para revisar el estado del huerto, vimos las lechugas bastante crecidas, aunque todavía no nos atrevimos a recolectar ninguna. Algunas tenían las hojas inferiores afectadas por lo que parece la podredumbre gris de las lechugas, una afección que se debe a la elevada humedad que tiene el suelo en este momento. Arrancamos esas hojas, excavamos un poco por debajo de las lechugas para que circulase mejor el aire, acolchamos algunas con restos de pajas de las que quitamos al principio del proyecto, y atamos las hojas de las más grandes, recogiéndolas hacia arriba, para que el cogollo quede más tierno. Al irnos, probamos una hoja que habíamos cogido, y notamos un cierto regusto amargo: no sabemos si es el tipo de lechuga, o que, por el lento crecimiento del invierno, podamos haberlas dejado tiempo de más esperando a que se hagan más grandes. La próxima semana recogeremos las más crecidas, a ver qué pasa.

Las acelgas están muy pequeñas, pero con buen aspecto. Parece que el frío las afecta más que a las lechugas.

Las coles están más hermosas, y se nota que han crecido bastante.

Vista general de los surcos con coles
Las coles están sufriendo alguna "invasión"
Algunas (tres del fondo a la derecha, en la imagen) están afectadan por alguna enfermedad, porque se aprecian agujeros y manchas en las hojas. Vamos a consultarlo estos días para ver qué hay que hacer, pero, de momento, ahí tenéis una imagen de la hoja más afectada.

Por supuesto, nuestros jóvenes acompañantes se dedicaron ese día también a otras tareas: recogida de hojas en descomposición del nuevo camino abierto, que enriquecerán nuestro compost, y desherbado de las plantaciones.

Quedan pendientes dos grandes tareas, para las que vamos a pedir la colaboración de todos (al menos, de todos los que puedan): quema controlada de los rastrojos generados y limpieza del paso abierto (pues hay muchas ramas caídas, piedras que habrá que mover, etc). Cierto que la propia quema nos puede proporcionar un placer adicional: el compartir una magnífica chuletada entre amigos. ¿Os animáis?


domingo, 15 de julio de 2012

Y poco a poco fuimos perdiendo el verano

La acequia, desbrozada y limpia
Los plazos andaban un poco justitos para poder siquiera intentar plantar algunas hortalizas, así que, transcurridos unos quince días, los suficientes para que se secaran los charcos y pudiera pasar la máquina, se procedió a la limpieza de la acequia en el tramo correspondiente a nuestra parcela y la inmediatamente anterior.

Hablamos con otro tractorista, para que roturara la parcela, debido a que, tras treinta años sin utilizar, el suelo, a decir de los lugareños, lo precisaba. Cuando unos días después nos llamó el tractorista, nos hundió los ánimos ("Más que tomates, aquí lo que podéis sembrar son cocodrilos" fue su manera de decírnoslo): el agua había vuelto a aparecer en la parcela, anegándola casi por completo. ¡Nuestro gozo en un pozo, y la idea de probar los primeros tomates ese verano se caía con todo el equipo!

Punto por encima del cual se producían los desbordamientos
Así que preparamos una nueva visita relámpago, con la idea de limpiar otro caz de riego próximo, que podía ser causa de esas inundaciones, a decir de algunos, pero nos dimos cuenta de cuál era el problema real: por encima del trozo que habíamos limpiado de nuestra acequia había otro trozo que, en algún tramo, desbordaba con facilidad. Cada vez que la acequia llevaba más agua, inundaba nuestra parcela y las tres o cuatro superiores. Dado que todas ellas estaban también abandonadas, decidimos ampliar la limpieza de la acequia.

Pero ya no nos quedó más remedio que esperar hasta que pasara el verano para proceder a la roturación del terreno, ya que no parecía procedente, a decir de los lugareños, hacerlo antes, y tampoco había ya tiempo de poder sembrar nada para ese verano.

jueves, 3 de mayo de 2012

Todo tiene un principio

Pues sí, todo tiene un principio. Y este proyecto tuvo un principio con algunos ingredientes que compartimos todos los que le formamos: la preocupación por la situación actual, la solidaridad y las ganas de ayudar a quienes puedan necesitarlo, y, si puede ser, además de forma creativa.

Así que de una conversación sobre la vida en los pueblos, y de otra conversación sobre cómo compartir trabajo y bienes con quienes están perdiendo su empleo, salió la idea de iniciar una "cooperativa de consumo" que proporcionara un sueldo a uno de nosotros en desempleo y, a la vez, verduras sanas y oportunidades de verlas crecer al resto del grupo. Y como Alberto tenía unas tierras abandonadas en Pastrana, ¿por qué no probar allí?

Visitando el terreno por primera vez
Así que, ni cortos ni perezosos, nos presentamos en Pastrana un 18 de abril de 2012 a ver la localización y el aspecto de esas tierras, junto a las que nos zampamos unos suculentos bocatas. Aprovechamos la tarde para hablar sobre la viabilidad del proyecto con un hortelano y viejo amigo de Alberto, que no se echó las manos a la cabeza, aunque a buen seguro que pensó que estábamos un poco locos. Se ofreció a ayudarnos y asesorarnos, y como enseguida contamos con el apoyo de algunos de vosotros...

Retirando los restos de cañas
Pues aprovechando que se acercaba el puente de primeros de mayo, que además en esos días se celebraban los mayos en Pastrana, y que teníamos ganas de comenzar para intentar aprovechar algo de las hortalizas de verano, allá que nos fuimos el 1 y el 2, desbrozadora en mano, a limpiar el cañaveral en que se había convertido una de las parcelas, la que más fácil nos pareció preparar, dado que, además, tenía el riego garantizado a través de una vieja acequia. Allá fuimos, desbrozamos la parcela (con la importante ayuda de algunos de los pequeños miembros de nuestra futura cooperativa) y participamos en alguno de los actos de la fiesta de los mayos.

La parcela quedó limpia, aunque con algunos charcos que parecían deberse a las lluvias de los días previos; perp como la acequia estaba bastante llena de broza y vegetación, decidimos que había que actuar también sobre ella por si tenía que ver con encharcamiento:; así, además, nos lo aconsejaron algunos vecinos del campo. Así que dejamos el encargo a uno de los tractoristas del pueblo, y nos volvimos para Madrid.
La parcela de abajo, limpia. A medio plano, la vegetación en torno a la acequia, y, al fondo, el convento de San Francisco